Mi nombre es Quiteria Franco, estudié Educación mención Idiomas Modernos (inglés y francés) en la Universidad del Zulia. Luego estudié un diplomado en traducción (inglés-español) en la Universidad Metropolitana en Caracas y después hice una maestría en Lingüística Aplicada en la Universidad Simón Bolívar.

Hoy en día me veo, me siento y me identifico como una defensora de derechos humanos. Me desempeño como asesora en derechos humanos, género y diversidad. Desde 2014 soy coordinadora general de Unión Afirmativa de Venezuela, una asociación civil sin fines de lucro que trabaja por las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersex.

Durante 20 años fui profesora universitaria, un trabajo que disfrute muchísimo, me nutría grandemente del intercambio con estudiantes y colegas, lo cierto es que el ambiente universitario es muy cambiante y enriquecedor. Todo fluyó bastante bien, hasta que me hice profesora asesora de una agrupación estudiantil, el Grupo de diversidad sexual de la Universidad Simón Bolívar. Entonces, mi activismo universitario sobre diversidad sexual comenzó a incomodar a mis compañeros de trabajo, y así aparecieron los obstáculos para mi ascenso académico.

Mi incursión en la defensa de derechos humanos se divide en dos: en primer lugar está mi involucramiento con organizaciones LGBTI, entre esas Unión Afirmativa, de VIH como Acción Solidaria y Acción Ciudadana contra el Sida y de Mujeres como Avesa. En segundo lugar, me interesaron los derechos humanos porque tuve que defenderme de la discriminación de la que estaba siendo objeto en la misma universidad debido a mi actividad como asesora del Grupo de Diversidad Sexual.

Así comencé a llevar a cabo mi propia defensa. En un primer intento no conseguí el apoyo necesario para ganar mi batalla. Posteriormente, en mi segundo intento conté con el apoyo de algunos profesores y profesoras en la Universidad, lo cual me permitió lograr algo de justicia. Hasta que finalmente en 2018, renuncié a la Universidad. Ese mismo año, en enero, fui electa como integrante del Grupo Asesor de la Sociedad Civil en ONU Mujeres para Latinoamérica y el Caribe.

Entonces decidí dedicarme por completo a la defensa y promoción de DDHH porque me di cuenta que había que visibilizar la discriminación de la que somos objeto las mujeres lesbianas y, al mismo tiempo, demostrar que podemos encontrar justicia si estamos conscientes de nuestros derechos, de las leyes que nos protegen. Debemos armamos de valor para denunciar, hacer seguimiento e insistir en la denuncia hasta lograr el objetivo, que no es más que acabar con la homofobia.

Personalmente, considero que cuando logramos ayudar aunque a una persona a alcanzar justicia, muchas otras se benefician, porque se crean precedentes. Saber que con cada acción positiva se puede ir disminuyendo la homofobia es lo que me motiva a seguir adelante. A veces parece que estoy trabajando en vano y me siento como Sísifo, pero al igual que él, insisto y a diferencia de él, sé que algo vamos logrando aunque no sea con la velocidad que deseamos.

Fue entonces cuando me uní a Unión Afirmativa, primero como colaboradora, en el manejo de las redes sociales, las comunicaciones en general. Y posteriormente, como Coordinadora General. Fue muy fácil adaptarme al trabajo de la organización. Los objetivos de Unión Afirmativa son la promoción, difusión y defensa de derechos humanos, y además, recabar información sobre la situación de DDHH de las personas LGBTI, así como su formación y capacitación. Mi experiencia como docente e investigadora fue entonces ideal para encajar en la organización.

Otro momento determinante en mi lucha, fue escuchar los testimonios sobre los actos de discriminación e injusticia de la que habían sido objeto algunas personas debido a su orientación sexual. Entonces, me sentí aún más motivada a hacer algo al respecto.

Desde que me incorporé a Unión Afirmativa decidí adoptar como mi proyecto la formación y capacitación de comunicadores sociales, es decir, periodistas, locutores, presentadores de televisión, y toda persona que tenga como responsabilidad escribir o hablar sobre temas diversos y relacionados con personas LGBTI en un medio de comunicación.

Considero que es importante abordar de manera ética estos temas y eso requiere formación. Es necesario hacerle ver a los periodistas que al igual sus prejuicios también pueden interferir en el proceso de informar a la gente. La discriminación es un problema social, y por ende, la forma de atacarla y la búsqueda de su eliminación debe ser una labor de todas y todos como sociedad.

Unión Afirmativa es una asociación civil sin fines de lucro fundada en el año 2000, y aunque no fui parte de sus fundadores, la siento y aprecio como si lo hubiese sido. Valoro mucho el trabajo serio y sostenido que se hizo en las gestiones anteriores que me precedieron. Ambas gestiones han dejado un valioso legado que pretendo mantener y creo que hasta ahora nos ha ido muy bien.

Yo creo que el lugar que Unión Afirmativa se ha ganado dentro del movimiento de Derechos Humanos en Venezuela ha sido gracias a un trabajo serio y responsable. Además, hemos establecido vínculos estrechos con otras organizaciones y nos nutrimos las unas de las otras, especialmente, cuando tratamos temas tan distintos pero que tienen algo en común que nos une: los derechos humanos.

Creo que mi ingreso a este mundo estuvo guiado por personas que han sido mis tutores, no fue difícil, pero tampoco fue fácil. Es fácil entrar cuando tienes claro lo que quieres hacer, y si no es así, poco a poco vas moldeando y mejorando el trabajo. Hace falta pasar por un proceso de formación, aprender sobre derechos humanos, aprender sobre los sistemas internacionales, conocer a las personas indicadas.

Tenemos que ser muy disciplinados y además, muy congruentes con lo que decimos y hacemos. Hay que creer en lo que hacemos, es decir, que debemos actuar apegados a lo que dice y establece la declaración universal de los derechos humanos, conocer muy bien los pactos de DDHH, los acuerdos, promoverlos y respetarlos. Debemos defender a todas las personas, no a unas y otras no porque no estamos de acuerdo con sus creencias.

La parte más difícil es lidiar con los problemas derivados de visibilizar las violaciones de DDHH en un contexto como el de Venezuela, ya que esto conlleva muchos riesgos personales y profesionales. Conseguir recursos para hacer las cosas que deseamos con tranquilidad, para investigar, escribir, documentar, denunciar no es fácil, es todo un reto. A esto se le suman todas las trabas administrativas y legales que implica manejar recursos en el país. Asistir a una audiencia en la CIDH o en Naciones Unidas requiere de esfuerzos gigantescos.

No obstante, las oportunidades que he tenido de participar en la CIDH y en Naciones Unidas han resultado ser experiencias enriquecedoras desde el punto de vista profesional y personal. Tuve la oportunidad de viajar con personas extraordinarias de quienes aprendí mucho. Personas que hoy en día aprecio, admiro y considero colegas y amigos. Así que, eso me motiva a seguir. Saber que en medio de tantas dificultades siempre habrá algo positivo, no sólo para mí, sino también para las personas por cuyos derechos trabajamos desde la organización.

Mi labor como integrante del grupo asesor en ONU Mujeres para Latinoamérica y El Caribe es otro escenario desde el cual he tenido la oportunidad de llevar a cabo una labor de informar sobre lo que sucede en Venezuela, aportar algunas recomendaciones e incidir en todas las maneras posibles.

Me gustaría seguir trabajando en Venezuela, sigo en el país y espero que las circunstancias permitan que siga siendo así. Mi gran aspiración, por la cual trabajo, es que muy pronto podamos lograr los cambios culturales, sociales y políticos que lleven a Venezuela por el camino de la transformación hacia una sociedad más inclusiva, un país moderno, en el que una persona LGBTI pueda disfrutar de los mismos derechos que el resto de la población.