Los primeros días de marzo una camioneta con altavoces y una comitiva de policías motorizados recorría las calles. De las cornetas a todo volumen salía una voz que en tono no se condice para nada con la seriedad de la situación exclamando “la gobernación te invita a quedarte en casa!!!”. El tono era festivo, como si estuviese anunciando la llegada del Circo de Los Hermanos Valentino. Sin dudas los policías podían ser sustituidos por un elefante, una jirafa, un caballo y un monito vestido de botones, y tendría más acepción contextual.

En los últimos días de abril no se ve nada parecido. Dudo que haya gasolina disponible para poner a pasear la camioneta con altavoces. Las calles se ven hermosas en su soledad, lástima que es una belleza construída sobre la tragedia de los habitantes. Encontrarán caminantes esporádicos que seguramente tienen un destino, aunque los rostros son más cónsonos a deambulantes sin propósito. Así es Maracaibo cuando amanece.

Los pocos carros que circulan empiezan a verse después de las 8 de la mañana, y terminan de verse después de las 2 de la tarde. Sea como sea, siempre son pocos. Es un reto conseguir cinco carros uno detrás de otro, un juego que practico para darle sentido a lo increíble. Muchas veces me descubro a mí mismo silbando una canción tan pura como la brisa, sintiéndome dueño de todo lo que mi vista alcanza, una sensación de libertad que ninguna dictadura o mal recuerdo personal puede arrebatarme. 

En la televisión nacional ves a personeros y personajes infames de siempre, lanzando cifras tan fantásticas como increíbles. También ves al anfitrión de Sábado Sensacional aconsejandonos, diciéndonos qué debemos hacer. Desde pequeño he estado convencido de algo, en la situación más límite de nuestra generación, la persona que quiero con las manos en el timón es el conductor de turno de Súper-Sábado-Sensacional. Ausente de la televisión, notablemente ausente diría, está alguna voz médica autorizada.    

En la calle puedo encontrar extremos en algunos metros de distancia, de lo más divertido a lo más oscuro sin mediar. Cerca del famoso Centro Comercial Costa Verde, en el frente de una casa hay un cartel que dice “Se venden 2 maniquíes (usados)”…no sé si seré yo, pero el “usados” me hace pensar que sin dudas alguien hizo el amor con esos maniquíes. Pocas cuadras después veo un pobre desahuciado al lado de una bolsa de basura, pasándole el dedo a un frasco vacío de mostaza. No tengo nada que decir al respecto. 

El precioso rostro de tristeza de la señora Gisela, con unos angustiantes ojos aguamarina que se llenan de lágrimas es difícil de manejar, sobretodo cuando me dice “más pruebas no nos puede poner Dios”. Sólo una cuadra después, ubicándonos en el sector Belloso, Jesús Quintero, Miguel González, José Rincón y Manuel Boscán echan bromas, con el primero gritando apenas ve una conocida “A LA VERGA NOS VA A INFECTAR!!!”. Aunque lleva máscara, es fácil darse cuenta que la señora se rie. 

Las máscaras en una caminata larga, con el calor y la humedad de la ciudad, parecen un contrasentido, pero al no haber una voz con credibilidad y autoridad que explique el mejor uso posible de las mismas, cada quien decide por su lado. Yo mientras tanto, veo a las muchachas, como resaltan sus ojos, y siento que estoy en un inmenso casting de Mi Bella Genio. Después veo al menos a una docena de viejitos, casi todos sin máscaras, sentados sin la distancia apropiada en la acera de un colegio de monjas esperando ser alimentados, y se me pasa el encanto de los ojos de las mujeres. 

¿Quién soy yo en todo esto? Apenas una veranda que no le queda más que absorber la belleza y la tristeza, la humanidad y el horror, todo junto, sin saber qué hacer con esa información, excepto seguir adelante. No soy juez, ni parte. Sólo miro lo que pasa acompañado por los duendes del tiempo, intercambiando chistes y derrotas. Sólo tengo la sed de una pandilla de demonios. Soy el muchacho del municipio infierno.

Shane MacGowan es el cantautor de la banda The Pogues. Quién esté interesado en comprar su obra “Leprechauns” puede visitar la página shanemacgowanart.com. Todos los fondos de los duendes son donados a caridades que ayudan a personas vulnerables en estos tiempos, incluyendo MSK y Child Line.