Un 17 de diciembre tenía el afán de ir a cantar en el micrófono abierto de un local de la ciudad. Al llegar, el estacionamiento estaba lleno y nos ubicamos en la acera de casa de al lado, cuando se nos acercó un anciano, quién sin poder caminar bien y con una poblada, blanca y larga barba, nos indicó que él nos cuidaría el carro, a cambio de comida.

Así conocí a Juan, y a través de él, a Eliza. Los hermanos Pulgar. Esa noche me contaron su historia.

Juan, durante su vida activa laboral, trabajó como funcionario en los Tribunales de Justicia en San Carlos del Zulia, por más de veinte años. Casó a cientos de personas, al redactar a máquina las declaraciones de matrimonio, así como las de divorcio. Irónicamente, Juan jamás se casó, tras observar cómo muchas parejas se casaban y a los pocos meses debía redactar sus mismos divorcios. Juan le agarró miedo al matrimonio. Actualmente, reside en Maracaibo con su hermana Eliza, en condición de mendigos.

Hoy en día, los hermanos Pulgar, de 84 y 86 años, sólo se tienen uno al otro. Viven en condiciones de pobreza, casi absoluta, es decir, comen del <<Pan de cada día>> de quienes se apiadan de ellos. Viven en una casa en condiciones deplorables: huecos en el techo propensos a inundaciones al llover; no cuentan con los artefactos para cumplir con los servicios básicos (nevera, cocina, etc.); baños destruidos; y una entrada carente de todo tipo de seguridad a expensas de la delincuencia a la cual han estado sometidos repetidas veces, siendo desprovistos de las pocas pertenencias que han tenido, por rateros del sector.

Juan y Eliza, dentro de las limitaciones en las que viven, carecen de un acceso al aseo personal, debido a las condiciones en las que les llega el agua,  viéndose afectada su salud y su alimentación. Así como dos infantes pueden caber en una cama individual, así duermen los dos hermanitos, en la única cama que poseen.

Al igual que Juan, Eliza tampoco se casó. Trabajó de taquígrafa y mecanógrafa con el Ministerio de Justicia por más de cuarenta y tres años. La mensualidad de su jubilación se le fue eliminada. Ella es la que sale a las calles para cumplir la tarea diaria de mendingar alimentos para los dos. Risueña, cariñosa, llena de energía e imprudente como una niña.

Es inconcebible cómo dos profesionales que le prestaron sus mejores años de vida como servidores públicos a la nación, no vivan una vejez digna, viéndose repetida esta historia en muchísimos casos más. Cabe destacar que Juan y Eliza son nietos del célebre Br. Francisco Javier Pulgar, notable ciudadano del Edo. Zulia, quien lleva incluso un municipio con su nombre.

Es impresionante cómo Juan, tiene vivo el recuerdo de cómo redactar las declaraciones judiciales. Tiene la información de los artículos tan fresca como en sus días de gloria y siempre sugiere casarse por el artículo 69, más que por el artículo 70. En ese instante de la conversación, se dispuso a darme un ejemplo, declarando que yo, Andrea Surena, había estado en su casa esa noche, a esa hora, en la ciudad de Maracaibo. Tras haber entendido el ejemplo, me atrevo a escribir entonces la siguiente declaración, o intento de ella:

“Yo, Andrea Surena Cardozo, C.I. xxxxxxx, declaro haber conocido a los hermanos Juan Pulgar y Eliza Pulgar. Declaro que el señor Juan Pulgar sigue escribiendo declaraciones en sus paredes, con lápiz o tiza, con su puño y letra temblorosa, sobre aquellos quienes los han ayudado y aquellos quienes los han perjudicado. Y aunque las declaraciones no suelen ser subjetivas ni personales, declaro que son encantadores y que la comida favorita de Eliza es el pan dulce fresco.  Declaro que viven el día a día, que les entretiene contar su historia una y otra vez, como dos niños buscando con quién hablar para matar el aburrimiento, y que dan consejos así nadie se los pida. Declaro que serán recordados en la presente declaración.”

Pido solidaridad, si estas en la ciudad de Maracaibo y si pasas por la avenida 11, con la calle 69ª, y si ves a dos ancianitos en el porche de su casa. Agradecerán productos de higiene, agua potable fría, colchón, algún cubrecama, o incluso flores y un piropo para Eliza.

Andrea S. Cardozo

P.D: Ellos están enterados sobre la existencia de este artículo. Eliza no quiso aparecer en las fotografías a modo de retrato, porque como buena señora coqueta, no se sentía del todo arreglada. En cambio Juan, expresó que capaz consiga una novia a sus 84 años con estas fotografías, dijo que ya está listo para casarse.