Ivanna Mía Márquez es una joven venezolana de 27 años con una gran pasión por las causas sociales. Desde pequeña, Ivanna se sintió vinculada a ayudar a otros y buscar la justicia, motivada por su madre, Carmen Teresa Márquez, una líder sindical de gran trayectoria.

Ivanna es una mujer constante y disciplinada dentro y fuera del aula de clases, es abogada y politóloga graduada con honores de La Universidad del Zulia y La Universidad Rafael Urdaneta, y pese a su corta edad, cuenta con un currículum impresionante y una amplia participación en distintas organizaciones políticas y no gubernamentales del país, de distintas ramas. De igual forma, es una mujer con convicción que cree en la reivindicación de los derechos de todos los ciudadanos del país, en la restauración del aparato estatal y el empoderamiento de la mujer.

Dentro de unos días, Ivanna tomará un vuelo con destino a la ciudad de Nueva York para comenzar un máster en Medios Públicos con una concentración en comunicación estratégica en la Universidad de Fordham. Todo esto gracias a la oportunidad brindada por el competitivo programa de becas Fulbright, de la cual Ivanna es merecedora gracias a sus logros académicos, su amplia experiencia en voluntariado a nivel nacional e internacional y su uso del arte como medio para expresar y sentar huella sobre la realidad que vivimos los venezolanos.


-Cuéntanos un poco acerca de tus inicios trabajando en beneficio de causas sociales ¿Desde pequeña te veías siendo activista?

Tengo un gran ejemplo de vida: mi mamá. Ella es la razón fundamental de que mi vida se haya orientado a causas sociales. Ella es parte del gremio de educadores, y ver esto desde pequeña me hizo no sólo acercarme, sino moldear mi posición ante la injusticia, el valor del trabajo, la empatía y la capacidad de superación. Pero no fue sino hasta la irreverente adolescencia que me comencé a indagar sobre problemas que atañían al escenario global y que en mi localidad no tenían mucho auge.

Los años fueron pasando y el contexto venezolano se volvió más envolvente: o tomabas una posición o te dejabas llevar por la marea. Ahí fue cuando mi verdadera pasión por el activismo surgió, porque percibí las injusticias en carne propia, y comencé a valorar mi entorno y a desear siempre un mejor espacio para todos.

Comencé mi vida de activista haciendo voluntariado en la interminable lista de elecciones que se dan en nuestro país. Fui coordinadora de voluntarios o logística, e incluso más adelante, uno de esos voluntariados se transformó en una Fundación: Creo en Venezuela, la cual no sólo me acercó a quienes ahora son mis mejores amigos. Gracias a esta conexión nos ayudamos en el momento preciso a impulsar nuestras carreras; la Fundación un punto común en nuestra visión de país.

Con los años decidí hacer trabajo voluntario fuera del país, con la idea de visualizar contextos ajenos y sacar de ahí las mejores ideas para lo propio, siempre regresando a mi terruño. Estuve trabajando un tiempo en la alfabetización de personas de la tercera edad en Colombia en 2015, formé parte del equipo de logística de la entrega de la ayuda humanitaria del 2019 en la frontera con Brasil, en donde además, estuve presente en las ciudades fronterizas atendiendo a los indígenas pemones que fueron heridos a raíz del conflicto suscitado por el acceso de dicha ayuda humanitaria. También fui directora de comunicaciones de una carrera en la ciudad de Miami en 2019, cuya finalidad era conseguir fondos para comedores de casas hogares en el país y dar un poco de venezolanidad a quienes están lejos de casa.

-Un extenso trabajo de voluntariado forma parte de tu trayectoria ¿Cómo llegaste a esto? ¿Cómo fueron tus primeras experiencias? ¿Qué diferencias percibiste con respecto a hacer voluntariado dentro y fuera de Venezuela? ¿Cómo te mantuviste motivada con el pasar de los años?

Mi primer trabajo como voluntaria giraba entorno a mi primera elección como estudiante universitario: Chávez vs Capriles en el 2012. Con tan solo 17 años participé en la campaña de la unidad de la oposición para conseguir un cambio en el rumbo del país. Posterior a ello, y en diferentes circunstancias electorales me uní a diferentes cuerpos de voluntariado, y en simultáneo, Creo en Venezuela llevaba a cabo cada vez más actividades. A la par, mi primer trabajo se concretó: un profesor me invitó a formar parte de la primera oficina de Ashoka en Maracaibo, una ONG de emprendimiento social que buscaba conseguir fellows en mi ciudad.

Casi en paralelo llegaron las protestas de 2014 y bajo la premisa de hacer lo que consideraba correcto decidí emprender camino en la organización de las protestas de mi ciudad. Ven despierta, fue un movimiento que surgió en comunicaciones con mis amigos, quienes nos estábamos preparando en un diplomado de resistencia pacífica. Mi rol en las protestas no sólo me llevó a dar el todo por lo que consideraba necesario, sino que además me abrió muchas oportunidades para futuro.

El escenario cambió y llegaron las elecciones de 2015, Nora Bracho me había hecho parte de su equipo y la estrategia de cambio dio un giro para conseguir su victoria, pero ya no se sentía igual, algo no encajaba, y todo tenía que ver con las protestas de 2014. La forma de ver hechos impunes, las fuerzas violentas del Estado y la violación sistemática de DDHH me hizo parte activa del trabajo de diferentes organizaciones que los promueven: Convite, Transparencia Venezuela y la más importante: CODHEZ. He ahí la razón de mantenerme activa con el transcurso de los años, y es que cada vez me hacia más consiente de violaciones de DDHH y de la crisis humanitaria que estamos viviendo en el país, ¿Qué podía hacer al respecto? Dependía de la organización con la que trabajaba en el momento. Eso sí, cada vez que me tocaba salir y trabajar de voluntaria, sentía más motivos para regresar y hacer, crear y reflejar lo aprendido. Nunca quedarme estática y ser extremadamente persistente fue la mejor motivación para seguir trabajando en Venezuela, para Venezuela.

-Has trabajado con varias Organizaciones No Gubernamentales del país, pero tu última experiencia nació en plena cuarentena ¿Cómo llegaste a Save the Children? ¿Qué tan arduo es trabajar con una ONG en Venezuela en medio de una pandemia mundial? ¿Sientes que el alcance de dicho proyecto pudo haber sido mayor de no haber existido una pandemia?

La pandemia nos ha tocado a todos de una manera desafiante, no me cabe dudas. Cuando regresé de Miami, me tocó volver a buscar un trabajo al cual dedicarme en mi país, en un contexto pandémico que a todos nos golpeaba por igual. Estaba segura de lo que quería: conseguir un trabajo en el contexto humanitario, que me permitiese seguir trabajando por el bien común. Apliqué a varias organizaciones, pero no fue sino hasta la entrevista que hice con el equipo de Save The Children que dije: este es el mío. A las semanas recibí la aprobación, querían que fuera parte del equipo y me garantizaban una participación en el contexto país que en lo particular a mí, me llena de muchas formas.

Si bien la experiencia no ha sido sencilla, el trabajo existe. La organización entre el equipo de trabajo nos ha permitido por mucho tiempo conseguir los objetivos de nuestros proyectos, tomando en cuenta cualquier movimiento de las autoridades, toma de decisiones o eventos que se escapan de nuestras manos. Sin embargo, los resultados son palpables y el alivio de la crisis humanitaria es un resultado de ello.

-Sabemos que te apasiona la comunicación estratégica ¿En qué momento decidiste que este era el camino a seguir? ¿Qué buscas al desarrollarte en esta área?

Uno de mis trabajos y pasiones desde la adolescencia ha sido los visuales: la fotografía, el video, la composición fotográfica y el performance. Por otro lado, en la universidad hice investigación sobre análisis de discurso y pude entender cómo desde las comunicaciones  públicas se puede sacar el mejor o el peor resultado de una sociedad, el detonante: la figura pública y de autoridad que se dirige a las personas, y la forma en que lo hace.

Por ello, y desde mi experiencia en Wyz Agency, agencia que me educó en redes sociales, mercadeo y gestión de clientela, pude fusionar mi pasión por los visuales, mi carrera universitaria y el trabajo, de manera que quise desarrollarme en función a lograr conseguir en el futuro cambios importantes en grupos de personas y si es posible, en mi país, en función a aliviar a través de las comunicaciones la psiquis herida de nuestra gente, más allá de aliviar sólo los efectos físicos de la crisis humanitaria. Por otro lado, espero poder generar incidencia a partir de mi trabajo y que ello pueda persuadir la toma de decisiones en la esfera pública y privada de mi país y de donde me consiga.

7. A parte de tu pasión por la causa social, también te sientes muy vinculada a las artes, especialmente la fotografía. ¿Cómo ha sido tu experiencia dedicándote a la fotografía con narrativa de DDHH? ¿Cómo llevas a cabo tu proceso para captar realidades a través de tu lente? ¿Qué quieres transmitirle a las personas cuando ven tu trabajo fotográfico?

Siempre trato de reflejar mis emociones o procesos a través de las fotografías con mirada a los DDHH, nunca he sido de las que se antepone grandes proyectos fotográficos, pero creo que siempre busco fotografiar con sentimiento. No hace mucho, en el marco de un taller de CODHEZ sobre narrativa fotográfica en DDHH, pude experimentar la resiliencia, el olvido y la soledad como resultado de la migración de otros y sus efectos en quienes quedamos y vivimos en mi ciudad. Esta experiencia no sólo me lleva a cerrar ciclos, como en otras oportunidades, sino que también creo que deja registro de lo experimentado, y sentará las bases para crear nuestra memoria histórica, que creo, en un futuro, también ayudará a resarcir daños en nuestro país.

-Eres ganadora de una beca Fulbright y pronto partirás a Estados Unidos para seguir profundizando tus estudios. ¿Cómo llegaste a la Fulbright? ¿Siempre quisiste vivir una experiencia como esta? ¿Quién puede aplicar a este tipo de oportunidades?

En la misma pandemia, buscando opciones para mi futuro, revisé que la beca Fulbright abría plazas para venezolanos, después de un tiempo sin otorgarlas. Si bien para mi esta beca era como universo paralelo para personas increíbles, dije: ¿por qué no hacerlo?, intentemos aplicar. Un par de meses después recibí la preselección a la fase de entrevistas y un mes posterior a esta recibí la notificación de que no había quedado en la misma. Sin embargo, revisando que otra convocatoria se había abierto, me tomé el atrevimiento de pedir feedback de mi entrevista y preguntar si podía aplicar de nuevo por otra vía. Al recibir la respuesta afirmativa, no perdí tiempo.

Un día antes de mi cumpleaños apliqué, y en una serie afortunadísima de eventos, un contrato de trabajo en Save The Children y una beca Fulbright llegaron al mismo tiempo, el 14 de octubre de 2020. Así que sí, en un momento no sólo me sentí, sino me creí que era una de las personas increíbles que se merecía vivir la experiencia, que tanto anhelaba y sentía lejana. Creo que todo el que crea en su momento, y esté determinado a obtenerla puede hacerlo, depende de si te encuentras en el momento justo para ti.

-Las historias como la tuya nos motivan a seguir siendo mejores, y nos dan fuerza para seguir adelante y transformarnos. ¿Qué le dice Ivanna a los jóvenes venezolanos que están fuera y dentro del país?

El contexto que nos tocó vivir no es fácil, vivimos bajo la sombra de lo que nos cuentan fue la realidad de nuestros familiares, sin embargo, creo que también la historia estará orgullosa de nosotros. Somos una generación determinada, tajante, irreverente y que resuelve con sus propias manos los problemas y objetivos que se proponen. Eso, no sólo nos representa como individuos, también nos representa como país. Estés fuera o dentro del país, tus acciones hablan de nosotros y de ti por si solas, aprovecha y haz lo mejor que puedas, eso siempre trae buenos resultados, a mí me los dio y hoy por hoy puedo creérmelo.

Redacción por: Pascual Díaz