Como la artista que soy, invadida de conocimientos y experiencias, siempre logro enfocar que todo es un aprendizaje y que las vivencias son necesarias para la evolución de nuestra alma bailarina. La expresión de esas experiencias en carne viva podría ser exagerada, real, cruda o disfrazada según el criterio de la persona que leerá; mi necesidad siempre ha sido transmitir el conocimiento a otras generaciones y a todas las poblaciones posibles, donde he conseguido un impulso para tomar la decisión de migrar. Me encuentro a tres horas de la frontera con Venezuela, y ya este recorrido está marcado por la diferencia cultural desde el idioma de este país, el portugués, hasta en su forma de ver la vida muy ficticia en planos de sociedad y consciencia.

Migré el 1 de mayo de 2019, ya casi a un año de mi salida de Venezuela, la experiencia fue drástica y cayendo a tierra constantemente. Como venezolana siento un poco de vergüenza por aquellas personas que dicen que ayudan a los venezolanos, pero que al final nos usan al inicio de nuestra llegada aquí. Nos invade el miedo de no tener qué comer en un país desconocido, de no tener dinero dinero, ni un lugar donde llegar a dormir sin molestar, que nuestra situación emocional decae de una forma que dejas que te usen para el trabajo mal pagado por ejemplo; no sólo por nuestros hermanos que tienen años aquí, sino también por entidades no gubernamentales, el venezolano que va llegando es un producto en venta constantemente, necesitan de nuestras estrategias, nuestras capacidades y nuestras herramientas para que se logren proyectos muy costosos para el beneficio de la institución o de las personas encargadas.

            Con el paso del tiempo vas ganando más experiencia en el tema laboral y cómo se maneja el mercado, si estás enfocado en lograr tus objetivos, aún con desafíos, y si cuentas con estudios, entonces ya cuentas con una gran ventaja. Gracias a Dios logré comenzar a trabajar en una ONG (necesito de ustedes para cerrar un proyecto de empreendedorismo y corregir el libro de metodologías a implementar a nuestros alumnos migrantes) que me permitió estudiar la constitución con abogados capacitados de Sao Paulo, de otra forma no hubiese entendido como hacer para sobrevivir en un país con tanta desigualdad social.

Aquí existen leyes que te resguardan como mujer, pero resulta que Brasil ostenta el índice de maltrato doméstico hacia la mujer más alto de Suramérica, entonces al final, todo recae en la burocracia, en demostrar algo por redes sociales y no atacar a la realidad, se publica la noticia y todo queda ahí; tienen leyes increíbles para la protección de los niños y los secuestradores de niños nunca son atrapados, día tras día desaparecen niños y no hay rastro de los culpables. En un refugio para venezolanos viví una experiencia horrible, había un hombre adulto parado en la puerta llamando a una niña de mi salón, y la niña me dijo: “Profe ese señor dice que vaya para allá, el me está llamando”, salí, vi a un hombre adulto, metí a todos los niños en el refugio y les hablé de la importancia de no hacer caso a quienes llamaran de las puertas, que ignoraran esos llamados, y lo repetí muchas veces hasta que lograron memorizarlo, cuando llamé a alguien encargado de la protección, esté se acercó hasta el señor y al no dar una respuesta concreta, se fue sin dar ningún tipo de identificación ni explicación, y solo dijo que la niña mentía.

Ese mismo día en la parada de autobús, hubo un caso de secuestro, esta vez sí lograron rescatar a la niña porque quien quería venderla era su padrastro. También mientras estaba en la parada del autobús escuché de un delincuente venezolano (él mismo se identificó como tal) que había llegado a Boa Vista cuando Maduro sacó a los prisioneros de la cárcel del Dorado, y el dijo que aquí roban más a los venezolanos pero que él no apoya eso; aquel día fue inolvidable. No obstante, semanas después fui víctima de dos intentos de secuestro relacionados a mi hijo, en el primero, iba con mi hijo en la bicicleta camino a casa, a las 19h y comenzamos a ser perseguidos por un hombre en moto quien quería quitarme a mi hijo, jamás pensé que esto podría pasar, nos salvó que estábamos a una cuadra de un comando policial. El segundo, fue saliendo del hospital de niños, a las 20h, en la parada de buses se me acercó una mujer que estaba con un hombre y me dijo: “demasiado tarde”, cuando ella intentó agarrar por el brazo a mi hijo, atravesé sin ver si venían carros, corrimos sin parar, cuadras tras cuadras, hasta llegar a una iglesia que estaba llena de personas, ahí llamé a mi esposo y luego nos reencontramos con él. Desde ese momento nada fue igual, ni siquiera las visitas al parque con mi hijo.

Desde secuestros, hasta aumentos de la renta de la habitación por ser migrantes, los meses se van rápido intentando ganar confianza, intentando dejarle claro a quién te da trabajo que eres una persona de confianza, que eres profesional, que no eres un ladrón (la televisión nacional siempre nos muestra como si hiciéramos el mal). Cuando ellos no entienden lo que dices, por tu portugués mal hablado, entonces hablas en inglés y ahí sí te dan un poco de respeto.

Las caminatas son extensas, porque al no conocer nada en lo absoluto ni a nadie que te oriente bien, entonces pasas meses caminando para entregar currículos, hablo de más de 5km diarios. Poco a poco, puedes conseguirte a gente accesible y según las situaciones que se vayan presentando, vas aprendiendo a cómo moverte por la ciudad, nuestra gran amiga “La Bicicleta” es la mejor herramienta. Después obtienes la confianza para montarte en un autobús y las posibilidades van aumentado poco a poco, y así es como llegamos a trabajar en Uber con una bicicleta; una posibilidad increíble para generar dinero en la cuarentena y hacer ejercicio simultáneamente.

Con respecto a la educación, puedo comentar que apenas llegué fui al organismo que registra a los niños en escuelas municipales, sin embargo, hay que esperar a que te llamen, y como no soy de esas que les gusta esperar, fui directamente al Ministerio de Educación y conseguí un cupo para mi hijo para estudiar gratuitamente a tan sólo dos semanas de haber llegado. Todos mis esfuerzos están encaminados a lograr que él tenga un mejor futuro y pueda gozar de mejores opciones cuando crezca.

Los venezolanos que viven en los abrigos, en su mayoría, no han disfrutado de una buena educación en estos veinte años de socialismo, y por eso aquellos que no consiguen entrar a una escuela normal, van a clases en una escuela ubicada dentro del mismo refugio, e incluso, la UNICEF y una ONG brasileña refuerza la educación de aquellos que van a una escuela normal. Quienes formamos parte de este proyecto corremos con el riesgo de que nuestro contrato no sea renovado por motivo de la pandemia, pero seguimos esperando respuesta.

En cuanto a mi parte artística, puedo decir que he logrado algunos de mis objetivos; mi currículum ha mejorado mucho, y he podido formar parte de obras de teatro. El mayor problema en el arte radica en las personas que deciden si te aceptan o no, la danza está privatizada, al contrario de lo que sucede en Venezuela, donde la danza es gratuita o al menos es ofrecida a bajo costo, en Brasil, no todos entran al teatro. Hay muchas culturas aquí, tenemos haitianos, cubanos, venezolanos, e incluso migrantes de otras regiones de Brasil, y por eso creo que es necesario alcanzar una mayor integración cultural, que podría enriquecernos mucho más y crear una convivencia mucho más cordial. Por los momentos, estoy feliz con mis logros y de los aportes que pueda dar de manera anónima, la única tristeza radica en tener lejos a mi familia.