Mi nombre es Guillermo Suárez, tengo 27 años, nací en Maracaibo, soy abogado, pero trabajo como entrenador físico.

Mi vida de niño fue buena. Aunque yo no conocía el valor del dinero, sabía que vivíamos una vida muy cómoda. Mis primeros recuerdos de esa etapa son del colegio. Yo estudiaba en un colegio americano en donde viví mi primer acercamiento al idioma inglés.

Lamentablemente, la economía del país nos afectó profundamente y muchas cosas cambiaron, entre esas, mi colegio. Comencé a estudiar en un colegio católico, y la diferencia era abismal. Empezar de cero, a tan corta edad fue muy difícil para mí.

A los 18 años decidí estudiar Derecho en la universidad, y me di cuenta muy rápido que eso no era lo que quería hacer por el resto de mi vida, pero igual seguí estudiando hasta que terminé mi carrera. Aunque no me gustaba lo que estudiaba, debo admitir que la universidad me ayudó mucho a comunicarme mejor con las personas.

Argentina.

Un tiempo después de mi graduación tomé la decisión de irme a Argentina. Hacía mucho tiempo que no viajaba, quería vivir otra cultura, conocer gente, trabajar, independizarme. Tomé la decisión de un día para otro sin planificarlo. Para mi familia fue muy difícil porque fui el primero que decidió migrar. Me tomó casi un año reunir USD $1,200 para comprar mi boleto de avión y llevarme un poco de dinero extra.

No sé cómo poner en palabras mi tiempo en Argentina. Pasaron muchas cosas buenas, pero también pasaron muchas cosas malas. Hoy en día intento ver lo bueno de la experiencia. Pude conectarme conmigo mismo y entender la gran responsabilidad que implica tener libertad. Trabajé lavando platos, en fábricas de alimentos, di clases de actividad física en parques, etc. Aprendí que ganarse el dinero conlleva esfuerzo, y que es aún más difícil cuando estás solo, sin amigos, sin familia, cuando eres solo un extranjero.

Recuerdo que en una noche en la que me encontraba muy preocupado por el dinero, de repente comencé a sentir dolores abdominales. Tuve que ir a un hospital caminando, y créanme que me sentía muy triste y solo.

Decidí irme de Argentina en invierno; no tenía trabajo, tenía que pagar muchas cosas, no tenía nada de dinero, y a parte mi abuelo falleció. Cuando me dieron la noticia comencé a llorar, y estuve así por horas. Yo había vivido con mis abuelos durante muchos años, y no estar ahí presente en un momento tan difícil era algo que me hacía sentir terrible. Esa fue la cereza del pastel. Creo que fue el momento más difícil de mi vida. Recuerdo que me fui a un parque llamado Costanera Sur y allí aproveché el momento para llorar, para hablar con mi abuelo y despedirme de él.

Mi regreso a Venezuela.

Un mes después de la muerte de mi abuelo ya me encontraba de regreso en Venezuela. Al principio el país se sentía igual, pero con el paso del tiempo entendí que había vivido en un lugar completamente diferente a Venezuela. Mucho de lo que era normal en Argentina, es tabú en Venezuela. Esto me ayudó a desprenderme un poco del resentimiento que sentía hacia Argentina, la experiencia de vivir en libertad sin ser juzgado es inigualable.  

Burn it down

Desde hacía años yo ayudaba a entrenar a personas cercanas a mí, ellas me pagaban algo simbólico, era algo muy informal. Después de certificarme, en enero del 2020 comencé a ofrecer mis servicios como entrenador personal bajo la marca Burn it down. Poco a poco hemos hecho cosas maravillosas, cada día busco la manera de hacer algo más profesional, y la verdad es que el trabajo ha rendido frutos. En dos años, creo que he entrenado como a 200 personas de alrededor de 10 países.

Creo que lo especial de Burn it down es que busco conectarme con las personas a nivel emocional y sus procesos. Quiero ser un agente de cambio, y la gente lo siente. Quiero que mi trabajo no sea exclusivo para venezolanos, sino también para personas de otras nacionalidades. 

Palabras de despedida.

He estado trabajando muy fuerte para volver a migrar sin cometer los errores del pasado. Estoy claro de que, así como encontré Burn it down, puedo conseguir otras pasiones y estoy intentando descubrir qué otras cosas me gustan. Quiero explotar mi creatividad. Empezar de cero ya no es un problema para mí y no debería serlo para nadie. Cuando tienes determinación, y aceptas el viaje que la vida ha dispuesto para ti, no volverás a sentir miedo por el futuro, de eso estoy seguro.

Texto: Pascual Díaz