Mi nombre es Victoria Romero, soy Internacionalista y Defensora de los derechos de las mujeres, activista feminista y presidenta de la organización MÉTODO WOM para el empoderamiento de las mujeres y la defensa de sus derechos. 

Además de la Victoria profesional, también soy una Victoria soñadora, crítica, apasionada y con una enorme sensibilidad social. Desde que era niña sentí un gran interés por las relaciones humanas, cantaba con mi mamá canciones de protesta relacionadas con la emigración, la política y la pobreza en el mundo y lloraba viendo documentales del calentamiento global… En ese momento sólo pensaba en una cosa “cuando crezca quiero cambiar el mundo”.

En 3er y 4to grado conocí a mi maestra favorita de todos los tiempos, Nieves Fernández. Esta profesora española dedicaba un valioso tiempo de su clase a ilustrarnos sobre algún tema de cultura general y siempre hacía alarde de cómo funcionaban las cosas en su país

Ella nos contaba sobre lo limpio que era todo, cuan respetuosas que eran las personas y cómo se comportaban como buenos ciudadanos. Yo era una niña, pero enseguida relacioné lo que la maestra comentaba con lo que yo veía en Venezuela, y con más o menos 9 y 10 años decidí emprender una campaña de concientización con adultos porque pensaba que en manos de ellos encontraría las soluciones a los problemas. Por mi mente solo pasaba una cosa: cambiar mi país, y cambiar el mundo.

A medida que fui creciendo este sentimiento se exacerbó y fue entonces cuando decidí estudiar estudios Internacionales porque de grande me di cuenta que los adultos no me podían ayudar a la escala que quería y esta vez iba por más: ahora necesitaba la ayuda de gobiernos y países. Durante mis estudios profundicé mis habilidades de liderazgo y fue allí cuando nació en mi la Victoria feminista.

Después de mi graduación, tuve algunos trabajos con los que crecí personal y profesionalmente, pero fue en una ONG de derechos Humanos cuando el propósito se volvió una causa y la causa se volvió mi estilo de vida: defender los derechos humanos de las mujeres.

Fue entonces cuando decidí emprender mi viaje de activista feminista, pasé a la fase dos del empoderamiento. Ya no sólo me bastaba empoderarme, sino también ayudar a empoderar a otras, ya no sólo quería hacer valer mis derechos, quería hacer valer los de todas.

En ese momento empecé a crear una red feminista de mujeres de todo el país; mujeres defensoras, activistas, de todas las formas y edades, con ideas distintas, pero con gran convicción y propósito. En ese momento lideré la Red de Mujeres de Amnistía Internacional Venezuela y empezamos a salir a la calle.

Nuestras primeras apariciones en sitios públicos fueron difíciles, no había cultura feminista y había estereotipos muy tóxicos del movimiento, nos llamaban “feminazis”, proaborteras y no faltaba el comentario machista de: “a los hombres también les pegan”, “hablemos de derechos Humanos en general”, etc. Ahí comprendí que la labor debía ser más grande, debíamos empezar a sensibilizar a las personas, mujeres y hombres, niñas y niños, porque lograr la igualdad que tanto deseamos es un trabajo en equipo.

Es entonces cuando el COVID-19 llegó a nuestras vidas. Esta pandemia afecta más a las mujeres que a los hombres, y debido a mi desespero, decidí convertir mis ideas en soluciones y fue así como nació lo que hasta ahora considero uno de los proyectos más importantes que he tenido: el MÉTODO WOM, mi movimiento feminista por la defensa de los derechos de las mujeres, el empoderamiento femenino y la promoción de una cultura de paz. 

El MÉTODO WOM nació para salvar mujeres, pero también para salvarme a mí, lo que empezó como un programa de formación hoy día es una organización reconocida a nivel nacional e internacional que ha empoderado a más de 1000 mujeres alrededor del mundo, que hoy en día cuenta con 10 representaciones regionales, con muchas organizaciones aliadas y con un equipo sólido que día a día lucha inalcanzablemente por la igualdad, el empoderamiento de la mujer y la defensa de sus derechos.

En MÉTODO WOM confluyen liderazgos de todas las temáticas, es una comunidad que empodera desde que inicias porque te deconstruyes, te formas, promueves el desarrollo de otras mujeres y ayudas desde tu rol a crear soluciones contundentes para las problemáticas que se presenten.

Una vez que logre al menos más de la mitad de lo que aspiro con mi organización y el movimiento feminista en Venezuela, quisiera llevar esta experiencia a espacios internacionales y ayudar desde una perspectiva global dentro de Naciones Unidas o un organismo internacional, para así llevar las bondades de la igualdad de género a todo el continente y al mundo ¿Por qué no?

Considero que el camino al éxito empieza con el autoconocimiento, de ahí extraemos nuestras fortalezas y debilidades, lo que nos hace personas súper poderosas porque somos seres únicos. Si conocemos nuestros gustos y pasiones estaremos cerca de conectar con nuestro propósito de vida. Una vez que tengamos esto, debemos empoderarnos en hechos, propósitos y acciones, sin olvidar que “el liderazgo es servicio” y que todos nuestros dones deben estar al servicio de la humanidad.

Espero, y sé que así será, que más mujeres se empoderen, que los hombres y las mujeres podamos desaprender la cultura patriarcal que nos ha hecho tanto daño y nos abramos a la construcción de una cultura igualitaria sin discriminación.

Una vez alguien me dijo que, para lograr metas grandes, se tenía que comenzar dando pasos cortos, y luego otra persona me dijo que hablara no de ir poco a poco, sino de trabajar “paso a paso” para atraer todo aquello tenga en mente, y creo que tienen la razón.

Hoy día me siento feliz porque la respuesta de las personas es otra, y porque cada día son más las personas que se unen y quieren aportar a nuestra causa. Ahora que soy adulta, estoy más segura que nunca de que mi sueño de cambiar a mundo sí es posible.

Foto: @leosequera